
Baern Lanzadepiedra, fumando tranquilamente a la vejez.
(Continúa desde aqui.)
Nuestro viaje por el interior de Bajomontaña prosigue su curso. Tras tomarnos un pequeño respiro y escalar la pendiente que se elevaba frente a nosotros, caímos en la cuenta de que se nos presentaban dos pasillos iguales, aunque se decidió continuar por el de nuestra derecha, pues parecía ser la continuación del que habíamos abandonado en la orilla de enfrente.
El instinto por buscar siempre el camino que nos llevase al Sur hizo que continuásemos todo recto y girasemos dos veces a la derecha, y fue este el momento en que oí por primera vez, con toda claridad, el lejano tocar de un tambor, un ritmo lento y pausado como el que llevan los esclavos de las galeras. Nadie en el grupo parecía haberlo sentido, así que avanzamos hasta la siguiente habitación y fuimos sorprendidos por una horda de 8 zombies que a pesar de su lentitud consigueron echarse sobre nosotros con presteza. En un principio los muertos vivientes no parecían enemigos especialmente difíciles, hasta que nos dimos cuenta que las heridas graves y profundas (incluso desmembramientos y decapitaciones) no conseguían dar con ellos en tierra. Fue un combate en que nos confiamos, (para acto seguido quedar totalmente desconcertados) lleno de escenas que es mejor no recordar… ¿Qué clase de fuerza sobrenatural movía a estas criaturas? No pude evitar reparar en que sus frentes estaban marcadas a fuego, como suele hacerse con las reses, con un extraño símbolo que representaba una calavera y un puñal…
La habitación tenía dos salidas, una pequeña al Oeste y otra al Este, algo más grande. Decidimos encaminarnos por la puerta grande, bajo la estúpida premisa de que las puertas grandes guardan mayores tesoros. Otra vez se abrió un pasillo hacia el sur, y al llegar a la encrucijada pude oir de nuevo, y también con total claridad el lento ritmo del tambor en la distancia. ¿Qué extraña brujería es esta? De nuevo ninguno de mis compañeros parece haber escuchado nada… Sin duda bajo esta montaña operan fuerzas que nos esta vetado comprender.
A nuestra izquierda y derecha se abrió entonces lo que parecía un extenso pasillo que parecía prolongarse hasta la eternidad, perlado de unas extrañas velas mágicas, que flotaban en el aire sin mecanismo aparente. Un extraño sortilegio que otorgaba un perfume meloso y dulzón al corredor, aunque no dejaba rastro de humo. Al primer recodo no pude evitar reparar en que el techo estaba cubierto de unas extrañas babas, rastro sin duda de alguna alimaña inmunda. Uno de los nuestros decidió explorar el pasillo hasta el final, y su sigilo lo llevó hasta un camino sin salida donde descansaba una extraña criatura, que parecía haber convertido a otro grimoso habitante de las profundidades en su cena. Según nuestro sabio, dijo que se trataba de un Retador Carroñero Reptante, que devoraba una especie de gusano enorme. Dadas las características de la monstruosidad, que mascaba ruidosamente y con deleite, y el excaso espacio que otorgaba la caverna, no me averguenzo al decir que no tardamos en huir a toda velocidad en dirección contraria.

«Eres una preciosidad…»
Recorrimos de nuevo el pasillo perlado de velas mágicas flotantes en la otra dirección, y encontramos de nuevo un camino hacia el Sur. Avancé rápidamente pasando ante un cruce y determiné que la orientación sureña desembocaba en un callejón sin salida (el segundo del día). Tengo la extraña sensación de que esta mazmorra esta jugando con nosotros, y comienza a tomar forma en mi mente la extraña idea que me dice que quizás no era tan buena idea ir en dirección Sur tomando los caminos que se orientan hacia allí, sino que es posible que fuese más conveniente para todos aventurarnos a dar un rodeo en otra dirección desde la Sala de las Columnas…
Volviendo sobre mis pasos y tomando el único camino posible, escuché sin lugar a dudas lo que parecían risas y voces femeninas, posiblemente de origen humano, aunque con un timbre un tanto chillón… Daba la sensación de que eran mujeres que conversaban y reían en torno a una mesa. Guié al grupo hasta la puerta pero uno de los nuestros cayó de bruces formando una gran escandalera con su armadura. Y al instante las voces cesaron. La situación me pareció lo suficientemente extraña como para llamar a los míos a las armas y abrir la puerta de una patada. En el interior encontramos a un grupo de goblins que parecían haber estado jugando animadamente a las cartas hasta que nos oyeron, aunque había uno de aspecto oscuro y siniestro en un rincón, bastante alejado de la mesa, que parecía observar la puerta con una mezcla de curiosidad y odio…

Nunca llegamos a saber a qué juego estaban jugando…
Así comenzó el combate. Procuré centrar mis ataques en el goblin oscuro pero ni mis mejores esfuerzos lograron hacerle la más mínima mella, tanto que diría que no conseguí ni rozarle un pelo (sin duda era poseedor de una rara brujería). Juraría que se reía de mi… Los demás enemigos nos rodearon aunque no duraron demasiado. Aún así el goblin negro escapó estrellando a uno de los nuestros contra la pared, dejándole francamente malherido. Por más que intentamos correr tras él, el pasillo ya estaba vacío, con el eco de sus pasos perdiéndose en la lejanía… Maldito, maldito sea…
(continuará)
Extracto de los Diarios de Viaje de Baern Lanzadepiedra
Algunas fotos más de la sesión de hoy 😀